domingo, 29 de mayo de 2011

Destierro

Hunde tu puñal en mi pecho.
Hazlo con fuerza, sin piedad.
Quiero saber si soy inmortal,
o si acaso haré de la muerte mi lecho.

Que la asfixiante verdad fluya.
Atragantada por tu lengua, ya no huyas
del eterno instante de agonía;
sin vivir y sin morir en un interminable día.

Hastiado de tu presencia,
maldigo el acto de amarte
a ti, cordura y demencia;
orgasmo misantrópico e inexorable.

No sé si pueda sentir.
Ábreme el pecho, hurga en la herida
y si en mí encuentras esperanzas con vida
destrúyelas, no las dejes ahí.

Agriétame las venas, musa desterrada.
Morir es más ameno
con mi sangre que derramas
o en mi saliva es tu veneno.

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