Atragántame. Lléname de ti.
En tu esencia me he de ahogar.
Húndeme. A tu oscuridad quiero aludir.
Llegar a un sueño eterno donde la luz no tenga lugar.
¡Oh, Dama Noche! ¡Hazte diosa, hazte eterna!
¡Deja que mi insomnio se indefina!
¡Y que esta forma onírica
nos dure eternos lapsos¡
Quiero beber siempre en tus labios
ese dulce y mortal beso.
¡En mi lengua derrama tu peso!
¡Extingue el alba para siempre!
¡Da final, muerte al ocaso!
!Arrópame con el negro fuego ardiente
que sólo hallo entre tus brazos¡
No dudes pues, lúgubre amor,
que yo en ti quiero perderme
y volver cierto aquél rumor:
Tu luz sabrá enloquecerme,
más ya no importa el dolor;
pues en ti, ¡oh noche!, he de rehacerme.
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