lunes, 4 de febrero de 2013

Tres


"Te dejo con tu vida 
tu trabajo 
tu gente 
con tus puestas de sol 
y tus amaneceres." 
— Mario Benedetti, Chau número tres.


No sé qué podría decir que ya no esté dicho.
Busqué en prosas y versos de otros algo para decirte, pero no lo hallé.
Intenté decirte que el tiempo corre, que los años pasan,
Que el olvido todo se lo lleva. Pero eso ya lo sabías.
Intenté hacerte saber que, a pesar de eso, de esto, de aquello, de la soledad, de la ausencia,
Creía que se podía. La felicidad y esas cosas.

“Intentar… eso no vale”, decías siempre, con tanta razón.
Pero yo sólo sé intentar, ensayar. No tengo más.
“La vida es el interminable ensayo de una obra que nunca se estrenará”. El viejo Chaplin.
De nuevo con los otros. Se aceran las 6:00 y no he escrito nada. Cae la tarde.
No hago más que arrumar palabras. ¿Qué más puedo hacer?
Tal vez decirte que hoy es sólo una fecha más, pero que pudo ser otra cosa.
Eso también lo sabes. Dos años no es tanto, pero es algo. Sabor amargo.

“Hay que olvidar, seguir… Ya pasó”, debes pensar, pero, quisiera pensar
Que en el fondo, en ti también hay un pequeño hueco, una ficha faltante que solía estar.
Tal vez no la haya. Entonces esto que escribo no tendrá más relevancia que cualquier cosa.
Pero sino, tal vez pueda ser más que un simple texto. Que otro intento. No lo creo.

Hace dos años, sí. Hace un año, más palabras de mi parte, más sonrisas de la tuya.
Hoy, después de tanto, después de todo, no quedan sino mis palabras.
Olvidar. Sí, tal vez. Por ahora, creo que esto será lo último que escriba para ti.
“Es lo más sano”, sí, eso piensas. Eso creo, también.
O quiero creer. Por ahora. No tengo más que esto, otro intento, otro ensayo.
No sé ni qué sea.  Tal vez sólo otro texto para el olvido. Tal vez no.
Tal vez sólo sea una excusa para poder hacerlo. Olvidar, eso.

Gesta Ad Hominem


Su mano se deslizaba con calma al tacto frío del metal en movimiento de las escaleras. Un hilillo caliente brotaba de su índice, derramándose entre los surcos pulidos de los escalones y alargándose hasta perderse.
El juego seguía su lenta marcha; el bullicio, la algarabía se alimentaba en la muchedumbre asfixiada, en el consumo, el comercio. Compras, registros, dinero, cambios, hurtos, gritos. El ruido se multiplicaba en el calor, mientras, tal vez por el linaje del personaje, el cuerpo de seguridad del lugar prefería no enterarse de la obstrucción de aquella mano juguetona en las escaleras.
El olor a tumulto subía con la confusión. La humedad llenaba los almacenes, empapando prendas y empañando vitrinas. La mano, el juego seguía.  Ella sentía el tacto ajeno haciéndose en su torso, sobre la mancha tibia que arruinaba su vestido.
El bullicio estaba a tope; ni un grito en medio se hubiese oído. Sus ojos se tornaron hacia la luz. La silueta del trozo de vestido rasgado se izaba como un trofeo contra el sol y la mancha parecía brillar insolentemente en la mano agresora.
Sus dedos cesaban el juego. Sentía punzadas recorriéndole las piernas, miles de bichos. Volvió la mirada y vio de nuevo aquel vivo color esparciéndose en el aire, manchando las uñas y los rostros desesperados de los presentes. Pensó vagamente en el color de uñas que llevaba y miró su mano, ahora serena, silenciosa. 
Sintió alivio, los bonitos zapatos ya no herían sus pies. Los buscó. Vio de nuevo aquel color hermoso emanando de su interior, bañando todo alrededor. El recuerdo de su vestido incomodándola, el pinchazo del alfil y el líquido brotando de su dedo volvió, sólo interrumpido por la impresión de que su cuerpo se alzaba por sobre las cabezas de la gente. Un tirón se hacía en sus extremidades, una y otra vez. Miró a su alrededor y vio ese azul adornando los rostros extasiados de lo que parecían seres humanos.
De repente, justo cuando sentía desfallecer, se hizo oscuro en un último dolor. Silencio. Una voz murmuró, dijo algo. Creyó oír qué era.
“— ¡Ahí viene! ¿Qué le diremos?
— Pero… ¿Qué ha pasado? ¡Por Dios!
— Señor… Su hija ha sido víctima del vil egoísmo; se amaba demasiado a sí misma como para desprenderse de su hermosa sangre azul voluntariamente.”